jueves, 26 de noviembre de 2009

El solilunio celeste

A lo mejor abro los ojos

Y veo un sol desnudo, entre cristales tintados.

O quizá los dejo a prisión de cerrojo,

Y no compruebo si hay sol, o colores pintados.


La luz reflejada es visible,

Como las palabras,

Que se entremezclan con las sombras

Y forman un diálogo de visibles racimos.


Racimos de varios tipos de expresión almacenada,

Que se vuelven más dulces, con el tiempo,

Y que con el tiempo, se pasan.


A lo mejor abro los ojos

Por no verte a cada instante en esta mente.

O quizá los dejo, a prisión de cerrojo,

Y no compruebo que has salido hoy,

Pintada de ocres colores extraños.


Manifestando una despilfarrada devoción por la belleza,

Que te persigue en el camino de la auto-mirada,

Y que se entremezcla con tu entrada a los cielos.



miércoles, 4 de noviembre de 2009

El espejo que ponia el corazón en el lado derecho de la persona


Es de extrañar, que un extraño,

Siendo él el más vil y despiadado de tus satélites

Sea capaz de descomponer en dos tu existencia

Y de coexistir sin más en el espacio.

En tu espacio, concretamente.


Es de extrañar, que en pleno exilio

De tu éxito más profundo,

Te derrumbes ante todo lo que habita en ti.

Que te contagies de toda la mediocridad.

La que rodea a tu personalidad vagabunda


Es de extrañar, al fin y al cabo,

Que te prives de no verte en el espejo,

Siendo tu tu mayor aliado,

Siendo tu la más pura recreación de tu vida,

Siendo tu reflejo, tu reflexión más profunda.