miércoles, 26 de septiembre de 2012




Es desalentador.
Es impredeciblemente ingobernable.
Quizá fue todo lo que hicimos otro error,
Quizá perdure nuestro error como experiencia hermanable.
Que nos mire a los ojos sin compasión
Y nos diga qué hicimos del todo mal,
Que nos diga qué hicimos bien en este juego de bordón
En el que pusimos nuestro empeño, nuestra ilusión y mucho más.

Es desalentador, ver como todo es leve,
Se eleva hacia arriba en un arrebato de fe,
Sin correr otro velo entre nosotros y quien nos observe,
Y nos deje caer al infinito, sin red.

Es desalentador, sentir todo lo que se escapa,
Sabiendo todo lo que se ofrecía y se ofrecerá,
Sabiendo que la vida está llena de etapas
Y de vidas que vienen, van y volverán.
Que inquietas de su presencia se rescatan a sí mismas
Que escuetas de sí mismas se recatan y se encojen
O que hartas de abrir siempre las mismas heridas
Marchan a buscar otro hueco en su realidad, y escogen.

Ahora, en frío, no creo que sea desalentador,
Quizá sí triste o quizá sea una bajada más desde arriba hacia abajo.
Quizá no sea más que otro simple error
Al que no supimos cómo atajar para convertir en un atajo
En un paso más de este camino
Que trata de ofrecer  la capacidad de decidir;
la dirección, la fuerza, la longitud y la profundidad de cada paso:
La capacidad de criticar nuestro destino.
El valor de cambiarlo hacia donde nuestro corazón quiera ir.
Y la seguridad de hacerlo mejorando el mundo en el que estamos.

domingo, 27 de mayo de 2012

Nosotros; parados, observando.


El mundo gira y nosotros nos quedamos parados a observarlo.
Hay una letra, en el fondo del libro de  los ignorantes.
Que no dice nada, para no molestar;
Y luego pasa lo que pasa, y muere lo que muere,
y nace lo que nace a cada instante,
y es el tiempo, por supuesto.

Que une cada momento y lo separa, a la vez,
Y se queda tan ancho
En momentos aburridos,
Porque cuando el tiempo es aprovechado se esfuma
Como el viento en día de borrasca
Hay un segundo en mi reloj en el que me fijo a veces,
Pero se va al segundo siguiente sin decir ni adiós.

Son más educados los minutos, más pesadas las horas,
Los días acompañan, y los meses apercibidos pasan.
Los años, en balde se hacen valer,
Porque nadie los quiere.
Pero la culpa es de los lustros, que de lustrosos,
Pasan sin pena ni gloria.
Pero supongo que el tiempo, sabe lo que hace.

El caso es que en el fondo del rio de los desesperados,
Dicen,
Hay una lágrima.
Y que después llueve sobre terreno de lluvia anterior,
Volviéndose a repetir todo,
Una y otra vez,
Pero al terreno eso no le afecta,
Porque sigue igual que antes.

A mi, lo que me entusiasme de esto, es
Que se me pasa el tiempo, volando,
Y eso para alguien sin alas ni cuerdas que los sostengan,
Es cuanto menos, medio acierto.
En cualquier caso,
Y más precisamente en este que nos ocupa,
Antes de pasar al siguiente segundo diré,
Y sin que sirva de precedente,
Adiós.

lunes, 12 de marzo de 2012




Como un ferrocarril que avanza por las dos vías,
Paralelas y habitantes de lo propio,
Compartiendo, direcciones, curvas y travesaños,
El fervor de lo inútil llegó a apoderarse de cierto viaje.
Abolido pero obtuso y obstinado.
Revuelto de todo, pero imbécil;
Necesitado de apoyo,
Para no dejar caer, de su ombligo, a su propio iris,
Que al rozar con la nariz una vez se volvió estúpido,
Y no volvió a mirar más allá jamás,
Asustado de la inmensidad que advierte el horizonte.

Una vez hubo una piara de barrotes,
Que se reunían para encarcelar a un grajo
Con ansia de vivir ahí fuera y de dejarlo todo para el segundo anterior.
A cada barrote que le apresaba, lo aplastó con sus blandas plumas,
Hasta dejar a cada uno de ellos a merced de lo que el peso contrajera.
Así los barrotes mueren agonizando y el grajo echa a volar un metro más
Por cada barrote caído.

Entonces el ojo se cansó de la nariz y el ombligo se fue del campo de visión,
y se vislumbraron bandadas de lechuzas,
Que al unísono de su propia voz ahuyentaban a los grajos insolentes
Que querían agruparlas para hacer su propia cárcel;
reducirlos a simples barras de metal, coartadoras de libertad.
Y se arrancan a volar en un golpe maestro de salvación,
Impulsadas por la vida de la ilusión sin ira,
Y de la falta de rencor en la mirada,
Vagando por los aires recónditos que regala cada paisaje
Y dejando que el aire fluya entre sus alas sin buscar un culpable por cada pluma perdida,
O por cada trozo de mundo sin explorar.

martes, 31 de enero de 2012

Las huellas que nunca se cansan


La vida perdura, tras la muerte
En el alma de aquellos con quien existió.
Dejando a los cuerpos a su suerte,
Dejando a sus mentes sin moverse, de dolor.

Es la muerte de un ser amado,
O su inexistencia terrenal-palpable-,
Lo que desuela a cada uno de nosotros
Y nos deja sin aliento, ahogados, derrotados.

Entonces, una calma inusitada, sin origen sabido,
Llega de manera espontanea a la cita.
Y llora como todos,
Se esconde como siempre,
Y se deja ver sólo por algunos,
A quienes ella elije.

Ve como la gente que se va, deja un camino
Y unas huellas que lo dibujan.
Ve como la gente que se queda quiere retroceder,
En el camino,
Y sacar un molde de cada una de ellas.
Ve como se dan cuenta de que eso es imposible,
De que tan sólo hay una opción,
Y es seguir adelante,
Siguiendo el camino que ella empezó a dibujar.

Entonces se dan cuenta...
Sus huellas han cambiado,
Ya no tienen la misma forma que antes.
Se parecen más y más a esas otras,
Que querían recoger ahí atrás.

Entonces se dan cuenta...
Ya no se necesitan moldes,
Ni volver hacia atrás en el camino.

Se dan cuenta de que la mejor manera de recordarla,
Es andar,
Y ver como cada paso,
Tiene su peso y el de ella,
Tiene su forma y la de ella,
Tiene su fuerza y la de ella.

Nadie se va por completo.
Al irse se multiplica por cada alma,
Para seguir dejando huella,
En cada paso que dan las personas
en quienes fue dejando huella.

lunes, 23 de enero de 2012

Hace 4 días esto tenía algún sentido:


Es un momento crítico.
Doloroso, se hace largo, pero quisieras con fuerza que el tiempo lo alargara,
Que parara de una vez por todas.
Es un momento crítico, que se enciende, y que se apaga,
Y que no tiene vuelta atrás,
Ni huida hacia adelante que nos lance hacia un precipicio de salvación
Es un momento crítico,
Donde lo bueno del pasado es confuso y reconfortante,
Y lo que sigue al presente es incierto.
Es un momento crítico,
Donde no caben las despedidas,
Ni una mísera palabra de cariño reconcentrado, como alivio,
Ni un maldito beso en la mejilla para siempre, como eterno encuentro.
Es un momento crítico,
Cruel como el abismo,
Vil como el último suspiro de una tarde que nunca debería haber llegado.
Es un momento crítico y herido,
Que nos maltrata dejándonos en la incertidumbre de la agonía,
Viendo como el dolor pasa por nuestro lado,
Y la vida se resbala por el otro sin compasión,
Alertando de que sólo la esperanza parará este vendaval,
De que sólo nuestras fuerzas mantendrán el alma en el alma,
De que solo, este momento crítico,
No acabará con la vida.
De que sólo el amor, hace pasar, y de forma llevadera un momento tan crítico.