domingo, 27 de mayo de 2012

Nosotros; parados, observando.


El mundo gira y nosotros nos quedamos parados a observarlo.
Hay una letra, en el fondo del libro de  los ignorantes.
Que no dice nada, para no molestar;
Y luego pasa lo que pasa, y muere lo que muere,
y nace lo que nace a cada instante,
y es el tiempo, por supuesto.

Que une cada momento y lo separa, a la vez,
Y se queda tan ancho
En momentos aburridos,
Porque cuando el tiempo es aprovechado se esfuma
Como el viento en día de borrasca
Hay un segundo en mi reloj en el que me fijo a veces,
Pero se va al segundo siguiente sin decir ni adiós.

Son más educados los minutos, más pesadas las horas,
Los días acompañan, y los meses apercibidos pasan.
Los años, en balde se hacen valer,
Porque nadie los quiere.
Pero la culpa es de los lustros, que de lustrosos,
Pasan sin pena ni gloria.
Pero supongo que el tiempo, sabe lo que hace.

El caso es que en el fondo del rio de los desesperados,
Dicen,
Hay una lágrima.
Y que después llueve sobre terreno de lluvia anterior,
Volviéndose a repetir todo,
Una y otra vez,
Pero al terreno eso no le afecta,
Porque sigue igual que antes.

A mi, lo que me entusiasme de esto, es
Que se me pasa el tiempo, volando,
Y eso para alguien sin alas ni cuerdas que los sostengan,
Es cuanto menos, medio acierto.
En cualquier caso,
Y más precisamente en este que nos ocupa,
Antes de pasar al siguiente segundo diré,
Y sin que sirva de precedente,
Adiós.