miércoles, 26 de septiembre de 2012




Es desalentador.
Es impredeciblemente ingobernable.
Quizá fue todo lo que hicimos otro error,
Quizá perdure nuestro error como experiencia hermanable.
Que nos mire a los ojos sin compasión
Y nos diga qué hicimos del todo mal,
Que nos diga qué hicimos bien en este juego de bordón
En el que pusimos nuestro empeño, nuestra ilusión y mucho más.

Es desalentador, ver como todo es leve,
Se eleva hacia arriba en un arrebato de fe,
Sin correr otro velo entre nosotros y quien nos observe,
Y nos deje caer al infinito, sin red.

Es desalentador, sentir todo lo que se escapa,
Sabiendo todo lo que se ofrecía y se ofrecerá,
Sabiendo que la vida está llena de etapas
Y de vidas que vienen, van y volverán.
Que inquietas de su presencia se rescatan a sí mismas
Que escuetas de sí mismas se recatan y se encojen
O que hartas de abrir siempre las mismas heridas
Marchan a buscar otro hueco en su realidad, y escogen.

Ahora, en frío, no creo que sea desalentador,
Quizá sí triste o quizá sea una bajada más desde arriba hacia abajo.
Quizá no sea más que otro simple error
Al que no supimos cómo atajar para convertir en un atajo
En un paso más de este camino
Que trata de ofrecer  la capacidad de decidir;
la dirección, la fuerza, la longitud y la profundidad de cada paso:
La capacidad de criticar nuestro destino.
El valor de cambiarlo hacia donde nuestro corazón quiera ir.
Y la seguridad de hacerlo mejorando el mundo en el que estamos.

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