sábado, 4 de octubre de 2014

Ciudad de una edad media relativa



  


Como una ciudad que se da cremas de envejecimiento,
hoy la calle se tiñe de colores ocres y burdeos
los escudos de las paredes cobran sentido
y las mentes de los habitantes encuentran su sitio al fin.

Como un pueblo esperando sus días de gloria,
se desparrama su infinita calidez y su edad manifiesta
se colorean y maquillan las esquinas y sus gentes
y los pies de sus habitantes encuentran su sitio por fin

Como una casa vestida de novia en el día de su muerte,
por cuya puerta no entran pobres vestidos de paisanos
y por cuya ventana no entra el aire, ni sale, ya viciado,
y  cuyo anfitrión no va a alterar la vida por algo tan común.

Como una ciudad que se da aires de vejez,
las personas que la habitan se disfrazan de otras épocas,
dispares y lejanas pero antiguas a la vez,
acordes al clamor de lo cotidiano de esta historia,
cercano a lo que siempre llevan en el anverso de su piel
que aclama más longitud temporal a este entreacto
que concuerda con la vida proyectada por aquél
que prefiere una ciudad vieja y decrepita que es ella misma 3 días al año
a una ciudad joven y despierta que reclama su lugar 362.


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