jueves, 4 de junio de 2009

El destino está incompletamente escrito


Sus pies estaban demasiado doloridos para correr, pero su prisa pesaba más en la balanza. Llegaba tarde a la estación de trenes camino de un nuevo trabajo (su último objetivo a corto plazo, con sueños a largo plazo).

Su parsimonia al andar resultaba graciosa al contrastarla con sus movimientos desenfrenados. Digamos que no estaba hecho para el movimiento. No como su maleta, que pese a ser inerte, parecía nerviosa. Si fuese una persona diría que estaba teniendo un ataque epiléptico, claro que, eso en una maleta, en principio, es imposible. Supongo que será un cúmulo de coincidencias: los adoquines colocados irregularmente en el suelo, las ruedas rotas, la falta de maña de nuestro amigo…

El caso es echarle la culpa a él, que no ha roto un plato nunca; quizá haya matado, o robado a los más pobres, no te digo que no, pero no ha roto un plato nunca. Al fin y al cabo, ¿Quién no ha hecho nunca algo de lo que luego se arrepiente?, la gente no para de hacer cosas… y en algunas se tiene que fallar. Todo es cuestión del perdón que la gente le quiera otorgar (como si fuese un diploma que te exime de toda responsabilidad). Hay quien dice que se puede perdonar, pero el rencor está ahí, hay que castigar los crímenes. No se. Cada uno piensa una cosa, es el problema de este mundo (y su gracia). Quizá terminar en su vida con todo lo que no le aflige sea un crimen, acabar con cada uno de los problemas que no le pertenecen, como quien mata a una mosca. O quizá, quedarse con todo lo que era suyo y largarse de su ciudad no estuvo bien visto, al fin y al cabo, coger todo lo que le pertenecía… era un robo en toda regla.

Quizá por eso pierde el tren, pierde la entrevista de trabajo en la ciudad en la que deseaba vivir y es castigado con una vida diferente a la que aspiraba y exactamente igual a la que detesta.

Le queda el último consuelo. Sabe como ha sido su vida hasta ahora en ese lugar, pero no sabe como será. Lo bueno de la vida es que lo que queda no está decidido aún; justo lo interesante de la vida, que es lo que está por vivir, no está visto por nadie todavía.

Por eso se dedicará a solucionar los problemas de todo aquel con que se encuentre, y dará todos sus bienes a aquel que lo necesite. Quizá ese sea su castigo, o un nuevo robo (a sí mismo), o quizá simplemente sea una decisión más en una vida sin decidir.

Quizá fue una suerte sentarse en un banco de la estación a pensar todo esto, o quizá un temible error, el verdadero castigo. El caso es que mientras estaba sentado vio como se alejaba el tren en el que supuestamente viajaban todos sus planes de futuro y vio otro venir, curiosamente venia con retraso, y curiosamente ese era su verdadero tren, ese le lleva a la ciudad donde le espera la entrevista de trabajo, y ese es el tren que debería coger para encaminarse a su nueva vida.

Moraleja: a veces, pararse a mirar las cosas es más efectivo que pararse a no mirar las cosas…. Y viceversa.

2 comentarios:

Golfoooo dijo...

Risscaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

Unknown dijo...

Mu rico! me gusta esta nueva faceta de historiador (escribes historias no?) con moraleja. He de decir que a veces la gente que nunca ha roto un plato, pueden ser unos hijos de puta y viceversa. A, tambien que la llegada de los trenes se puede mirar en las teles que hay por la estación, diselo al del cuento!jejejej
Que lo dicho, mu rico!